lunes, 12 de diciembre de 2011

¿Mentir o no mentir?


Yo nunca he sabido mentir. No estoy segura de si eso es un defecto o una virtud. Para mi desgracia mi cara es el espejo de mi alma y nada mas verme uno sabe si estoy bien, mal o regular. Muchas veces sin articular vocablo mis amigos han adivinado mi convulsión interna. No sé si es porque me conocen demasiado o porque hay tanta confianza que ni me molesto en desmentir la evidencia.

En cualquier caso mi abuela solía "la verdad cuando te la pregunten y no siempre." Nunca la llegue a conocer pero esta frase revela una gran sabiduría. ¡Más sabe el diablo por viejo que por diablo! Esta frase que llevo escuchando desde que me paseaba en pañales por el jardín ha vuelto a mi cabeza en numerosas ocasiones. ¿Debe uno siempre decir la verdad? Y lo más importante ¿a quién puede uno decírsela? Alguien me dijo una vez que "uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras." Una gran verdad sin duda. ¿Cuántas veces después de decir algo impropio, inoportuno o inadecuado no nos hemos arrepentido? Y es que a veces estamos más guapos callados.

A menudo se confunde la sinceridad con la grosería. Recuerdo que una vez organice una reunión en mi casa y que al traer una de las bandejas de canapés, que me había tirado toda la tarde preparando, una de mis invitadas me espetó "¡Por fin algo que me gusta!" Por ese motivo siempre he sido de la opinión de que si no se tiene nada bueno que decir es mejor no decir nada.

Aunque hay otras circunstancias en las que la educación te obliga a mentir. “¿Te gusta la comida?” “Muy rica” respondes mientras te preguntas porque el plato no se acaba nunca. Y cuando por fin te lo has acabado y suspiras aliviado, tu anfitriona te pregunta “¿Quieres un poco más?” Y te precipitas a contestar que estás lleno pero que muchas gracias mientras piensas que como tomes una cucharada más de esa bazofia vomitarás. O en el caso tan manido pero tan cierto de la mujer que pregunta a su marido "¿Crees que estoy gorda?" La respuesta es “no” a menos que te guste dormir en el sofá.

Pero dejando a un lado las bromas si existen situaciones en las que uno debe decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Uno debe siempre ser sincero con sus amigos. Esto no significa que si un amigo tuyo lleva una camisa espantosa le digas que va hecho un mamarracho. Tampoco es necesario ofender a nadie sin venir a cuento. Cierto es que los amigos tienen que darse apoyo y ánimos en los momentos de dificultad. Sin embargo, esto no quiere decir que uno deba dorarle la píldora a sus amigos constantemente, decirles lo guapos y lo listos que son. Hay momentos en los que uno tiene que plantarse y decir "te estás equivocando" a riesgo de que se te pongan de morros. Porque si un amigo no te dice la verdad ¿quién te la va a decir?

Tus amigos deben buscar tu bien y no fomentar la complacencia. Deben ayudarte a ser mejor y no a permanecer en el error. A veces uno necesita una buena dosis de realidad. Que alguien que ve las cosas desde fuera y de forma objetiva nos despierte de nuestro letargo personal. Claro que luego cada uno hace lo que quiere. Hay gente a la que las verdades le entran por un oído y le salen por el otro y que luego te dicen "tenías razón." A ti, por lo menos, te queda el consuelo de saber que hiciste lo que tenías que hacer.

Paloma de Grandes V.

La Valentía



Seguro que a muchos de vosotros, al leer el título de la entrada, se os ha venido a la mente la imagen del algún caballero. De algún Don Quijote que se enfrenta a dragones y va por ahí rescatando damiselas en apuros. O incluso la imagen de algún héroe de guerra que sacrifica su vida por sus compatriotas al más puro estilo Braveheart.  Si es así, ya os advierto que el tema a tratar es otro bien distinto y puede que más banal. A pesar de ello creo que es necesario definir con propiedad dicho concepto.

Seamos académicos. Una de las acepciones dadas a este término por la Real Academia Española es “hecho o hazaña heroica ejecutada con valor.” Otra es acción material o inmaterial esforzada y vigorosa que parece exceder a las fuerzas naturales.”  Con todo mi respeto a los académicos de la lengua y sin ningún ánimo de afearles la conducta ni de corregirles tengo que decir que no comparto sus postulados. Vayamos por partes. Respecto de la primera, la valentía no tiene por qué estar referida a grandes hazañas, puede manifestarse en hechos cotidianos. Respecto de la segunda, si bien es cierto que un acto de valentía requiere esfuerzo no siempre tiene que tratarse de cosas aparentemente imposibles o inalcanzables.

Para mí la valentía es otra cosa. No es ponerse delante de un toro, no es ir a la guerra, ni tampoco tirarse de una avioneta. Que conste que soy firme defensora de la tauromaquia y admiro profundamente a nuestras fuerzas armadas y porque no decirlo, a aquellos que se tiran en paracaídas. Yo no podría hacer ninguna de esas tres cosas. Sin embargo la valentía de la que os hablo es de una valentía moral. Aquella que debería tener toda persona y por cuyos preceptos debería guiarse todo hombre en su vida diaria.

Para mí ser valiente es luchar por lo que se quiere hasta derramar la última gota de sudor. Ser valiente es admitir que uno se ha equivocado. Ser valiente es asumir las consecuencias de nuestros actos. Ser valiente es pedir perdón a quien se ha herido u ofendido. Ser valiente es decir las verdades a quienes merecen que se las digan aunque con ello les vayas a hacer sufrir. Ser valiente es levantarse cuando lo único de lo que tienes ganas es de quedarte en la cama y no despertarte nunca más. 

No os equivoquéis. Los valientes no son aquellos que no tienen miedo. Los valientes son los que a pesar de tener miedo siguen adelante y hacen lo que tienen que hacer. Son aquellos que se enfrentan a la adversidad con la esperanza de ganarle la batalla. Son aquellos que abandonan la comodidad para embarcarse en lo desconocido. Tener miedo es humano pero ser valiente es una obligación. Una obligación para con los demás pero también para con uno mismo.

Por desgracia nuestra “humanidad” hace que constantemente nos pongamos excusas para no hacer aquello que debemos y olvidamos que en la vida no es todo coser y cantar. Las cosas que realmente merecen la pena son las que requieren esfuerzo y sacrificio por nuestra parte. Que abandonemos nuestro conformismo, cojamos el macuto y echemos a andar. La vida, en definitiva, está hecha para los valientes.

Paloma de Grandes V.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Oriental


Confieso que desde muy pequeña me ha gustado mucho la peliculina. Y cada vez que podía acompañaba a mis padres a conciertos, cócteles, recepciones... Siempre me he sentido más a gusto con la gente mayor que con mis coetáneos. Me encantaba quedarme oyendo sus historias y contar sus anécdotas. Y como una niña bien sabía hacer mis gracietas. María Luisa y yo éramos las reinas de las fiestas de nuestros padres. Ella contaba un pareado muy salao y yo recitaba poesía. Luego su madre nos delitaba cantando sevillanas y nuestros progenitores se arrancaban a bailar. Nos peleábamos por ver quien era la primera en traerle el cenicero a mi padre que, por aquellos tiempos, se fumaba la friolera de tres paquetes diarios. De vez en cuando nos íbamos a la finca de Paco Lista a montar a caballo y a disfrutar de un buen asado. Recuerdo que un día me caí. Menudo susto. 

Nuestra casa estaba cubierta de bugambilla y en el jardín, al lado de la piscina, había un jaulón repleto de palomas de fantasía con vistosos penachos y colas. También había un columpio muy patriótico que nos trajeron los reyes a Tanis y a mí desde muy lejos. Yo no sé como acabarían los camellos porque era un mamotreto considerable. En el jardín de la entrada había unos arbolillos que eran nuestro escondite y donde se nos instaló una gata con su prole. Gata que un buen día desaparecío. Mi padre está convencido de que la chica la guisó y se la dió para comer diciendo que era conejo. Las clases de tennis en el club de Dona (creo que se llamaba así), las películas en casa de Lidia, los días de caza con Iñigo y su pointer, las historias del ratoncito Pérez que nos contaba Alonso, las tardes en casa de los Suárez, Cuca, Anahi, Fres y Manolo, como no, siempre grabándolo todo con su cámara... 

El caso es que de niño mi padre vivía con sus tías y de todas ellas aprendío algo. A cocinar, a cantar y a recitar poesía. Poemas que se ha encargado de enseñarme y entre los que se encuentra la Oriental de José de Zorilla. Con cinco añitos estaba preparada para conocer al rey además de saberme la Oriental de corridillo y mis padres creyeron que debía recitarla en la actuación de fin de curso del colegio. Imaginaos la escena. Un mico con acento uruguayo con coletitas y un vestido de nido de abeja en un escenario frente a un anfiteatro lleno hasta la bandera. Tengo que averiguar si hay algún video de aquello...   



Corriendo van por la vega
a las puertas de Granada
hasta cuarenta gomeles
y el capitán que los manda.

Al entrar en la ciudad,
parando su yegua blanca,
le dijo éste a una mujer
que entre sus brazos lloraba:

«Enjuga el llanto, cristiana
no me atormentes así,
que tengo yo, mi sultana,
un nuevo Edén para ti.

Tengo un palacio en Granada,
tengo jardines y flores,
tengo una fuente dorada
con más de cien surtidores,

y en la vega del Genil
tengo parda fortaleza,
que será reina entre mil
cuando encierre tu belleza.

Y sobre toda una orilla
extiendo mi señorío;
ni en Córdoba ni en Sevilla
hay un parque como el mio.

Allí la altiva palmera
y el encendido granado,
junto a la frondosa higuera,
cubren el valle y collado.

Allí el robusto nogal,
allí el nópalo amarillo,
allí el sombrío moral
crecen al pie del castillo.


Y olmos tengo en mi alameda
que hasta el cielo se levantan
y en redes de plata y seda
tengo pájaros que cantan.

Y tú mi sultana eres,
que desiertos mis salones
están, mi harén sin mujeres,
mis oídos sin canciones.

Yo te daré terciopelos
y perfumes orientales;
de Grecia te traeré velos
y de Cachemira chales.

Y te dará blancas plumas
para que adornes tu frente,
más blanca que las espumas
de nuestros mares de Oriente.

Y perlas para el cabello,
y baños para el calor,
y collares para el cuello;
para los labios... ¡amor!»

«¿Qué me valen tus riquezas
-respondióle la cristiana-,
si me quitas a mi padre,
mis amigos y mis damas?

Vuélveme, vuélveme, moro
a mi padre y a mi patria,
que mis torres de León
valen más que tu Granada.»

Escuchóla en paz el moro,
y manoseando su barba,
dijo como quien medita,
en la mejilla una lágrima:

«Si tus castillos mejores
que nuestros jardines son,
y son más bellas tus flores,
por ser tuyas, en León,

y tú diste tus amores
a alguno de tus guerreros,
hurí del Edén, no llores;
vete con tus caballeros.»

Y dándole su caballo
y la mitad de su guardia,
el capitán de los moros
volvió en silencio la espalda.

                                                                                    Oriental- José de Zorrilla

domingo, 26 de junio de 2011

El Jardín se vestirá de luces



El jardín se vestirá de luces y sonarán las trompetas.
De mis orejas colgaran caballitos de mar y de mi brazo un viejo embajador.
Nuestra casa se llenará de gardenias y peonías,
De comida criolla y de guitarras flamencas.
De noches que no acaban nunca por el tronar de risas amigas.
Nuestras cortinas serán de toile de jouy y las sabanas de algodón bordado.
Las maletas rebosantes de ilusiones y anhelos.
Nos vestiremos de largo para ver a Violeta a través de gemelos de nácar
Y bailaremos embelesados al son de Machín mientras duerman los niños.
Nuestros hijos recibirán a Dios vestidos de marineros y se criarán en ultramar.
Aprenderán a amar a España en la distancia como su madre la amó,
Y volverán a su Israel para fundar su propia nación.
Y nosotros veremos caer las hojas entre morales y manzanos.

Paloma de Grandes V.

miércoles, 22 de junio de 2011

¡Que viva el Perú!

Los orígenes son importantes. Por eso he querido hacer mi Trabajo de Fin de Carrera sobre las relaciones peruano-ecuatorianas. Mi director me dijo que tenía que escribir la motivación, es decir, lo que me había llevado a hacer el trabajo sobre este tema. Tras devanarme los sesos durante un par de días me salió lo siguiente:

 A medida que pasan los años uno tiene la necesidad de volver a sus orígenes. No sabe a dónde va quien no sabe de dónde viene. En este sentido mi corazón se halla dividido como el del poeta Santos Chocano.

Soy el cantor de América
autóctono y salvaje
Mi lira tiene un alma
Mi canto un ideal
Mi verso no se mece colgado de un ramaje
Con el vaivén pausado de hamaca tropical.
 
Cuando me siento inca
le rindo vasallaje al sol
que me da el cetro de su poder real.
 
Cuando me siento hispano
y evoco el coloniaje
parecen mis estrofas
trompetas de cristal.
 
Mi fantasía viene de un abolengo moro.
Los andes son de plata
pero el león de oro
y las dos castas fundo con épico fragor.
 
La sangre es española.
Incaico es el latido
y de no ser poeta quizá yo hubiese sido
un blanco aventurero o un indio emperador.

Alma América

Tengo la gran suerte de tener dos patrias: la rojigualda paterna y la peruana por parte de madre. Desde que era una niña mis padres se han esmerado en enseñarme a amar mis raíces y a sentirme orgullosa de lo que soy. Por este motivo y aunque haya crecido entre doces de octubre, paellas y pistos, siento al Perú igual de mío que la península. Es este deseo “antropológico” el que me mueve a hacer mi propia “conquista del Perú” y de su historia.

A pesar de que sea conocido por ser un país en desarrollo, lo cierto es que Perú es uno de los países más ricos. Costa, sierra y selva. Oro y plata. Una gastronomía variada y fina que va más allá del ceviche, de la papa y del choclo y que, de no ser por la gran labor llevada a cabo por el cocinero Gastón Acurio, seguiría siendo un misterio para muchos. Cuna de uno de los imperios más poderosos que ha existido y del que Cuzco se erige como prueba incontestable. Una tierra de leyenda, alimentada por las impresionantes líneas de Nazca y el Candelabro de Paracas. Las novelas de Alonso Cueto, los poemas de Cesar Vallejo, Jaime Bayly con su obra “Y de repente, un ángel”, finalista del Premio Planeta en 2005, Alfredo Bryce Echenique con su “Mundo para Julius” y la voz quebrada y melancólica de Chabuca Granda, han contribuido de forma notable a la difusión de la cultura peruana en el  mundo. Sin duda sus obras evidencian la grandeza de su tierra.

Por este motivo, hago mías las palabras del último ganador del Premio Nobel de Literatura, Vargas Llosa, cuando dijo en su discurso que Perú es "una suma de tradiciones, razas, y culturas procedentes de los cuatro puntos cardinales. A mí me enorgullece sentirme dentro de las culturas prehispánicas que fabricaron los tejidos y mantos de plumas de Nazca y Paracas y los ceramios mochicas o incas que se exhiben en los mejores museos del mundo, de los constructores del Machu Pichu, el Gran Chimú, Chan Chan, Kuelap, Sipán, las huacas de La Bruja y del Sol y de la Luna, y de los españoles que, con sus alforjas, espadas y caballos, trajeron al Perú a Grecia, Roma, la tradición judeo-cristiana, el Renacimiento, Cervantes, Quevedo y Góngora, y a la lengua recia de Castilla que los Andes dulcificaron. Y que con España llegara también el África con su reciedumbre, su música y su efervescente imaginación a enriquecer la heterogeneidad peruana. Si escarbamos un poco descubrimos que el Perú, como el Aleph de Borges, es en pequeño formato el mundo entero. ¡Qué extraordinario privilegio el de un país que no tiene una identidad porque las tiene todas!"

Por todo ello ruego al lector que me perdone y sepa disculpar si en algún momento este trabajo pueda parecer tendencioso o sienta que muestro favoritismos por la tierra que vio nacer a la madre de quien esto escribe. Procurare ser todo lo imparcial que me sea posible.



Paloma de Grandes V.

domingo, 19 de junio de 2011

Moralejas

Cuando empecé el blog me propuse que este fuese un espacio en el que compartir las pequeñas lecciones del día a día. Lo cierto es que estos últimos tiempos estoy muy liada con la carrera y escribo más bien poco pero esta última semana ha sido muy movida e intensa en todos los sentidos. Por eso no podía dejar pasar esta ocasión para compartir muchas de las cosas que he aprendido este año. No creo que sea nada novedoso, ni pretendo aleccionaros en cómo vivir vuestras vidas sino haceros participes de estas conclusiones a las que, por desgracia, me ha costado sudor y muchas lágrimas llegar. Por lo pronto, aquí os dejo unas cuantas moralejas que he extraído de fábulas personales:

Las mejores lecciones, o cuanto menos las más útiles, se aprenden a base de palos. La letra con sangre entra dice el refrán. Es en los momentos malos cuando se ve quienes son de verdad tus amigos, quienes te quieren de veras y quienes quieren tu bien y tu felicidad. Al final, las palabras no son más que eso: palabras. No sirven de nada si no vienen respaldadas por hechos. La gente es lo que hace y no lo que dice ser.

Ofrecer amistad a quien pide amor es como dar pan a quien tiene sed. No se puede ser amigo de alguien a quien uno ha amado aunque se quiera. Tienen que pasar muchos años para que se pueda recordar al otro esbozando una sonrisa. Para recordar con cariño y no con dolor.

Hacer lo correcto no es lo más sencillo y muchas veces es lo más doloroso para uno. Decir la verdad, sabiendo que vamos a perder, o dejar marchar a la persona a la que queremos porque sabemos que no la hacemos ni podemos hacerla feliz es difícil. Hay que agarrarse los machos y coger al toro por los cuernos aunque sepamos que lo más probable es que nos corneen y que acabemos en la UVI. La honradez y valentía tienen su recompensa y aunque nos pueda aterrar, debemos hacer gala de ellas porque es lo correcto.

A veces querer no es poder, sobre todo en cosas del amor. No se puede obligar a nadie a quererte. La tecnología no ha avanzado tanto. Quizá dentro de unos años inventen unas pastillas o una pócima que haga que las personas a las que amamos nos correspondan pero hoy por hoy esto no es así. Precisamente lo bonito del amor es que no tiene explicación, ni pies ni cabeza, por mucho que un amigo mío diga que son reacciones químicas en el cerebro. Uno hace las cosas porque quiere y no porque esté obligado a hacerlas. El amor es espontáneo. No se puede forzar. No se busca. Te encuentra.

También he aprendido o más que aprendido, confirmado, que las cosas pasan porque tienen que pasar así. Ni más, ni menos. Para llegar al postre, nos tenemos que comer el primero y el segundo aunque no nos guste. Por desgracia el mundo no se para ni por nosotros, ni por nadie y lo bueno se hace esperar. Por eso cuando vives una ruptura y tus amigos te dicen que te mereces algo mejor, no es cierto. Te quieren. Es normal que lo digan. Para ellos todo será poco para ti. No se trata de que él o ella sea mejor o peor que tu, simplemente necesitas algo diferente y aquello simplemente no tenía que ser.

Todo se acaba. Todo pasa. Tanto lo bueno como lo malo. Por eso cuando uno es feliz no debe preguntarse el porqué ni pedir perdón por ello. Debe coger la felicidad a dos manos y saborearla porque seguramente si estamos distraídos pensando en la causa de nuestra suerte el momento se vaya sin que lo hayamos disfrutado.

¿Y vosotros que habéis aprendido este año?

Paloma de Grandes V.

lunes, 23 de mayo de 2011

Proust y su magdalena



Hay cosas que marcan. Una canción, una carta, una flor, un olor, como le ocurría a Proust con su ya famosa magdalena... Me pregunto si alguien se ha leído alguna vez entero ese mamotreto llamado "En busca del tiempo perdido". Ese podría ser el título de este capítulo de mi vida. El tiempo pasa demasiado rápido, y parece que uno siempre se deja algo en el tintero. Creemos que disponemos de todo el tiempo del mundo para hacer todo aquello que teníamos planeado y sólo cuando uno echa la vista atrás cae en la cuenta de que han pasado los años y que no los hemos aprovechado como es debido. Siempre podríamos haber hecho más de lo que hicimos. Yo siempre he sido muy vaga ¿para qué nos vamos a engañar? Nunca he valorado mi tiempo en exceso y sin embargo creo que no lo he invertido del todo mal. La verdad es que siempre he preferido tomarme un café con un buen amigo antes que emprender cualquier proyecto faraónico digno de ser recordado por generaciones futuras. He vivido sin prisa pero sin pausa, disfrutando de los pequeños placeres que la vida cotidiana me ha ido brindando, como si de un vino se tratase. La gracia está en saborearlo, paladearlo y no en beberlo de un sorbo. De ese modo lo más probable es que nos siente como un tiro. Sin lugar a dudas lo bonito de viajar en tren no es llegar al destino final sino contemplar los paisajes ocultos entre estación y estación. Mi tía Nené me suele decir “Palo, en esta vida hay tiempo para todo: para reír, para llorar, para amar…” Y no deja de ser verdad que cada momento tiene su afán como advertía Santa Teresa de Jesús. Una vez leí una frase que decía "El tiempo es muy lento para los que esperan, muy rápido para los que temen, muy largo para los que sufren, muy corto para los que gozan; pero para los que aman el tiempo es eterno." La verdad es que no sé en que grupo incluírme. Quizás sea parte de todos ellos dependiendo del día. Lo cierto es que hay cosas que tienen el poder de teletrasportarnos al pasado sin necesidad de que Julio Verne intervenga en el proceso. El artífice de mi viaje en este caso es un poema. Un poema que hace mucho que no leía. Yo tenía diecisiete años y muchas ansias por vivir y amar. Lo gracioso es que con veintitrés sigo igual de ansiosa. ¡Como pasa el tiempo!

XVIII

Aquí te amo.
En los oscuros pinos se desenreda el viento.
Fosforece la luna sobre las aguas errantes.
Andan días iguales persiguiéndose.

Se desciñe la niebla en danzantes figuras.
Una gaviota de plata se descuelga del ocaso.
A veces una vela. Altas, altas estrellas.

O la cruz negra de un barco.
Solo.
A veces amanezco, y hasta mi alma está húmeda.
Suena, resuena el mar lejano.
Este es un puerto.
Aquí te amo.

Aquí te amo y en vano te oculta el horizonte.
Te estoy amando aún entre estas frías cosas.
A veces van mis besos en esos barcos graves,
que corren por el mar hacia donde no llegan.

Ya me veo olvidado como estas viejas anclas.
Son más tristes los muelles cuando atraca la tarde.
Se fatiga mi vida inútilmente hambrienta.
Amo lo que no tengo. Estás tú tan distante.

Mi hastío forcejea con los lentos crepúsculos.
Pero la noche llega y comienza a cantarme.
La luna hace girar su rodaje de sueño.

Me miran con tus ojos las estrellas más grandes.
Y como yo te amo, los pinos en el viento,
quieren cantar tu nombre con sus hojas de alambre.
                           
                                                                                          Pablo Neruda

domingo, 15 de mayo de 2011

Se equivocó la paloma

Se equivocó la paloma.
Se equivocaba.

Por ir al norte, fue al sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.

Creyó que el mar era el cielo,
que la noche, la mañana.
Se equivocaba.

Que las estrellas eran rocío;
que el calor, la nevada.
Se equivocaba.

Que tu falda era tu blusa;
que tu corazón, su casa.
Se equivocaba.

(Ella se durmió en la orilla.
Tú, en la cumbre de una rama.)
              
                                        Rafael Alberti


miércoles, 20 de abril de 2011

In Veritate Libertas

Una de las cosas más difíciles en esta vida es llegar a conocerse a uno mismo y ser fieles a nuestro ser. Aunque lo más complicado sin duda alguna es no mentirse. Si lo pensamos bien, todos sabemos cuál es la verdad, nuestra verdad. Muchas veces nos empeñamos en ponernos una venda, en auto convencernos de que algo es bueno para nosotros. Nos forzamos y esforzamos en aceptarlo y amarlo aun sabiendo, en lo más profundo de nuestro corazón, que eso no está hecho para nosotros. Que por mucho que nos persuadamos de lo contrario, aquello nunca nos hará felices y tarde o temprano se romperá y nosotros con él. Hacernos caso no siempre es lo más sencillo. Por desgracia, sabemos mentirnos muy bien y a veces nuestras argucias están tan bien hiladas y apoyadas en argumentos tan sólidos y aparentemente incontestables, que caemos presos de la telaraña que nosotros mismos hemos tejido. Luego, cuando el asunto se demuestra falaz no podemos más que decir “¡lo sabía!” Nada más lejos de la realidad, porque siempre lo supiste, y lo sabes. Por eso cuando tengáis la tentación de mentiros tan solo recordad sus palabras: “la Verdad os hará libres.”     


Paloma de Grandes V.

martes, 19 de abril de 2011

De Aquí a Cien Años, Todos Calvos


Desde siempre he sido una gran fanática de los refranes. Creo que no hay día que no cite alguno, aun a riesgo de ser llamada “abuela cebolleta”. De ello pueden dar buena cuenta mis amigos, a quienes alecciono a diario. Y es que pienso que los refranes populares están cargados de sabiduría pues no hacen mas que traducir grandes verdades, inmutables con el paso del tiempo. Por muy modernos que nos creamos, hay cosas que no cambian nunca.
Por eso, mientras le echaba un vistazo a la biblioteca de mi hermano pequeño, ha llamado mi atención uno de tantos libros que tiene: Los 200 Refranes Mas Famosos del Idioma Castellano (Ed. Susaeta). Lo cogí y me retiré a la terraza para poder leerlo con calma. Lo cierto es que no esperaba gran cosas mas que una ristra de refranes con una escueta explicación sobre su significado y procedencia. Que grata sorpresa fue la mía al descubrir en un libro aparentemente pueril, un grandioso decálogo de consejos y reflexiones de lo más útil.
Al ser imposible retranscribir todo (he de admitir que ganas no me faltan) y por miedo a que me denuncie la editorial por plagio (todo hay que decirlo), aquí os dejo una pequeña muestra de este gran descubrimiento:
DE AQUÍ A CIEN AÑOS, TODOS CALVOS
Es consejo que se emplea sobre todo con intención de consuelo muy similar a otro que dice: “no hay mal que cien años dure.” Vamos, que el que no se consuela es porque no quiere. Y, bien mirado, ¿Por qué no nos vamos a consolar, si todo lo de esta vida es fugaz y pasajero, efímero y mudable como la vida misma?
Si, pues, todo lo que se espera llega, lo que llega, pasa; lo que se teme, aparece; lo que agrada, termina, ¿para qué torturarnos pensando que lo que nos ocurre no tiene remedio? ¡Pues claro que lo tiene! Todo tiene arreglo. No hay más que ponerse a arreglarlo, en lugar de lamentarse. No correr del toro, sino hacerle frente; no hundirse en la desesperación, sino sacar ánimos de donde no los hay, para poder derrotar a la adversidad y poder seguir viviendo; no darse nunca por vencido, aunque se esté casi muerto. Estar convencido de eso: que nada- malo o bueno- nos ha de durar cien años, porque para entonces todos estaremos ya definitivamente “calvos”, y a nuestra calavera le va a importar muy poco lo que en el mundo ocurra entonces.

lunes, 11 de abril de 2011

La Lisis y la Crisis


Hay amistades de duran toda la vida. Sin embargo son pocas las que permanecen y muchas las que se quedan por el camino. Cuantas veces ocurre que con el paso del tiempo nos acordamos a esa chica o chico con el que nos llevábamos tan bien, del que éramos tan amigos, y nos preguntamos qué habrá sido de él. Sin darnos cuenta le hemos perdido la pista por completo y no queda de ellos más que el recuerdo. Esto señores, es la lisis. Un buen día te das cuenta de que vuestros caminos se han separado sin quererlo y de que os habéis convertido en extraños el uno para el otro. Cosas que pasan… en cierto modo es inevitable, pero no por ello dejamos de tenerles un cierto cariño, aunque sea por los “viejos tiempos.” Sin embargo y como su propio nombre indica, la crisis implica un choque frontal. No todos somos iguales (¿Qué gracia tendría la vida sino?) y mucho menos compatibles. A veces ocurre que a pesar del cariño que se pueda tener a alguien hay cosas suyas que no se pueden soportar. También puede que se dé por un malentendido. Los dimes y diretes nunca han hecho ningún bien. O puede que incluso una ofensa involuntaria o a mala sangre. Estas últimas, de las menos comunes. Siempre he creído que los hombres somos buenos por naturaleza. Soy así de ingenua… Sea por lo que fuere, esta es, sin lugar a dudas la peor forma en la que puede terminar una amistad. Por eso a veces uno tiene que hacer un ejercicio de autocrítica y pensar si de verdad la culpa es del otro. Si por algún casual, nosotros no hicimos algo mal. Está claro que es mucho más sencillo culpar de nuestra desgracia a los demás eximiéndonos de toda culpa. A veces es nuestro ego y nuestro orgullo lo que nos impide salvar una amistad que realmente merecía perdurar. Rectificar es de sabios. Por ello no debemos tener reparos en pedir perdon. ¿Quien dijo que amar fuese no tener que decir nunca "lo siento"? ¡Malditos guionistas hollywoodienses! Amar es saber perdonar. A mi me gusta decir que todo tiene solucion excepto la muerte, sin embargo y muy a nuestro pesar hay amistades a las que esta les llega sin que podamos remediarlo. Por muy doloroso que nos resulte, a veces hay que podar las ramas secas para que puedan nacer otras más frondosas y robustas. La tierra no siempre es fértil. A veces está yerma, y por mucho que nos empeñemos, nuestra semilla no dará fruto en ella. Por desgracia, no siempre se recoge lo que se siembra, pero afortunadamente, siempre se recoge.

Paloma de Grandes V.  

Amor Tirano

Ciego que apuntas y atinas,
Caduco dios, y rapaz,
Vendado que me has vendido,
Y niño mayor de edad,
Por el alma de tu madre
Que murió, siendo inmortal,
De envidia de mi señora,
Que no me persigas más.
Déjame en paz, Amor tirano,
Déjame en paz.

Baste el tiempo mal gastado
Que he seguido a mi pesar
Tus inquïetas banderas,
Forajido capitán.
Perdóname, Amor, aquí,
Pues yo te perdono allá
Cuatro escudos de paciencia,
Diez de ventaja en amar.
Déjame en paz, Amor tirano,
Déjame en paz.

Amadores desdichados,
Que seguís milicia tal,
Decidme, ¿qué buena guía
Podéis de un ciego sacar?
De un pájaro ¿qué firmeza?
¿Qué esperanza de un rapaz?
¿Qué galardón de un desnudo?
De un tirano, ¿qué piedad?
Déjame en paz, Amor tirano,
Déjame en paz.

Diez años desperdicié,
Los mejores de mi edad,
En ser labrador de Amor
A costa de mi caudal.
Como aré y sembré, cogí;
Aré un alterado mar,
Sembré una estéril arena,
Cogí vergüenza y afán.
Déjame en paz, Amor tirano,
Déjame en paz.

Una torre fabriqué
Del viento en la raridad,
Mayor que la de Nembrot,
Y de confusión igual.
Gloria llamaba a la pena,
A la cárcel libertad,
Miel dulce al amargo acíbar,
Principio al fin, bien al mal.
Déjame en paz, Amor tirano,
Déjame en paz.

                                               Luis de Góngora

sábado, 12 de marzo de 2011

De l´amour et de la vie

El amor es una imagen de nuestra vida: ambos están sujetos a las mismas revoluciones y a los mismos cambios. Su juventud está llena de alegría y esperanza: uno es feliz de ser joven, como uno se siente feliz de amar. Este estado tan agradable nos conduce a desear otros bienes, y los queremos mas sólidos; no nos contentamos con subsistir, queremos hacer progresos, nos buscamos medios de adelantarnos y de asegurar nuestra fortuna; buscamos la protección de ministros, nos volvemos útiles a sus intereses; no podemos soportar que alguien pretenda lo que nosotros pretendemos. Esta emulación pasa por mil cuidados y mil penas, que se borran con el placer de verse establecido: todas las pasiones se encuentran entonces satisfechas, y no preveemos que podamos dejar de ser felices.
No obstante, esta felicidad es raramente duradera, y no se puede conservar por mucho tiempo la gracia de la novedad. Por tener aquello que hemos deseado, no dejamos de desear más. Nos acostumbramos a todo aquello que es nuestro; los mismos bienes no conservan su mismo precio, y no agradan siempre del mismo modo a nuestro gusto; cambiamos imperceptiblemente, sin darnos cuenta de nuestro cambio; aquello que conseguimos se convierte en parte de nosotros mismos: sería un duro golpe perderlo, pero ya no somos sensibles al placer de conservarlo; la alegría ya no está viva, buscamos fuera de aquello que tanto hemos anhelado. Esta inconstancia involuntaria es un efecto del tiempo, que se lleva a nuestro pesar tanto el amor como la vida, borra insensiblemente cada día un cierto aire de juventud y alegría, y destruye los encantos mas verdaderos; adoptamos modales más serios, añadimos útiles a la pasión;  el amor no subsiste ya por sí mismo, y toma auxilios ajenos. Este estado del amor representa el declive de la edad, cuando comenzamos a ver por donde debemos acabar; pero no tenemos la fuerza de terminar voluntariamente, y en el declive del amor como en el declive de la vida nadie puede decidirse a prevenir todos los disgustos que faltan por sufrir; vivimos entonces de las costumbres, pero ya no vivimos por los placeres. Los celos, la desconfianza, el temor de dejar, el temor de ser dejado, son las penas unidas a la vejez del amor, como las enfermedades están unidas a la vida demasiado larga: solo sentimos que estamos vivos al sentir que estamos enfermos, como solo sentimos que estamos enamorados cuando sufrimos por amor. No salimos del adormecimiento de las uniones demasiado largas sino por el despecho y el dolor de seguir unidos; en fin, de todas las decrepitudes, la del amor es la más insoportable.

Máximas de La Rochefoucauld (traducción: Paloma de Grandes)

domingo, 20 de febrero de 2011

El niño y la mariposa



Mariposa,
Vagarosa
Rica en tinte y en donaire
¿qué haces tú de rosa en rosa?
¿de qué vives en el aire?
 
Yo, de flores
Y de olores,
Y de espumas de la fuente,
Y del sol resplandeciente
Que me viste de colores
 
¿Me regalas
tus dos alas?
¡son tan lindas! ¡te las pido!
deja que orne mi vestido
con la pompa de tus galas
 
Tú, niñito
tan bonito,
tú que tienes tanto traje,
¿Por qué quieres un ropaje
que me ha dado Dios bendito?
 
¿De qué alitas
necesitas
si no vuelas cual yo vuelo?
¿qué me resta bajo el cielo
si mi todo me lo quitas?

Días sin cuento
De contento
El Señor a ti me envía;
Mas mi vida es un solo día,
No me lo hagas de tormento
 
¿te divierte
dar la muerte
a una pobre mariposa?
¡ay¡ quizás sobre una rosa
Me hallarás muy pronto inerte.
 
Oyó el niño
Con cariño
Esta queja de amargura,
Y una gota de miel pura
Le ofreció con dulce guiño
 
Ella, ansiosa,
Vuela y posa
En su palma sonrosada,
Y allí mismo, ya saciada,
Y de gozo temblorosa,
Expiró la mariposa .
                        
                           
                                    Rafael Pombo

miércoles, 16 de febrero de 2011

Tú pierdes más

Al perderte yo a tí
tú y yo hemos perdido:
yo, porque tú eras
lo que yo más amaba
y tú, porque yo era
el que te amaba más.

Pero de nosotros dos
tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar
a otras como te amaba a tí
pero a tí no te amarán
como te amaba yo.

                                                                                      Ernesto Cardenal

lunes, 14 de febrero de 2011

Como las rosas


Se encienden las farolas entre las nubes rosáceas del atardecer. Su cálida luz recuerda al fuego del hogar. Una fuente se yergue como tocada por Midas entre oscuros laberintos de tuyas, al tiempo que el sol se funde con la tierra. Murmuran sus aguas una vieja historia que no habrá de repetirse. Los reyes oyen su relato indiferentes, mientras contemplan al gentío pasar. Uno solo escucha, y entiende la moraleja del cuento. Uno a cuyos pies se ajó una rosa, que algún funcionario retiraría sin contemplaciones, sin si quiera preguntarse quién la depositó allí y el porqué. Unas amantes manos, unos prendados ojos y una solemne promesa. Pero eso no importa ya. Esas personas ya no son las que eran. Y la rosa se marchitó, como tantas otras, violando el juramento que la arrancó de su tallo. Mientras tanto, el godo calla y piensa para sí: "Que lástima que las palabras sean como las rosas."

Paloma de Grandes V.

domingo, 30 de enero de 2011

El Manantial


Hace unos meses, tuve que hacer un trabajo sobre esta película, basada en la obra de Ayn Rand, para la universidad. Mi padre me la había recomendado hace varios años y la tenía olvidada en un rincón del ordenador hasta que se presentó esta oportunidad. Cuando ví que se encontraba entre las obras por las que podíamos optar, no lo dudé ni un minuto, aunque admito que la elección también fue fruto de la pereza que me daba la idea de leerme un libro. Tras verla, llegué a la conclusión de que ya no se hacen películas como las de antes.

Es increíble cómo lo que puedan pensar los demás de nosotros nos afecta hasta el extremo de paralizarnos. ¿Cuántas veces hemos dejado de hacer lo que queríamos por miedo a los demás? ¿Al “qué dirán”? El mundo está lleno de borregos y gente sin personalidad que, con tal de sentirse parte de un clan, son capaces de travestir su propio ser a cambio de una palmadita en la espalda. Por eso no dejéis que os digan como tenéis que pensar o actuar porque sólo aquellos que piensan por sí mismos pueden avanzar y crecer. Las mayorías en política están bien, pero en lo que respecta a nuestra vida, somos nosotros los únicos que deberemos cargar con el peso de nuestros errores sobre la espalada y no aquellos que pretenden dirigir nuestros pasos. 

Deberíamos tomar como ejemplo al protagonista de este filme, Howard Roark, a quien le importa bien poco que le tachen de loco, mientras que el crea en lo que hace. Así, se enfrenta a todos sin importarle las consecuencias, hasta el punto ser juzgado por un tribunal. En el turno de su defensa Roark hace el siguiente alegato:


 "Hace millones de años un hombre primitivo descubrió cómo hacer fuego. Probablemente fue quemado en la hoguera que él había encendido para sus hermanos pero les dejo un regalo inimaginable al hacer desaparecer la oscuridad de la tierra.
A través de los siglos hubo hombres que dieron los primeros pasos por nuevos caminos apoyados solamente en su visión. Los grandes creadores, los pensadores, los artistas, los científicos, los inventores lucharon contra sus contemporáneos. Se oponían a todos los nuevos pensamientos, todos los nuevos inventos eran denunciados y recusados pero los hombres con visión de futuro salieron adelante.
 Lucharon, sufrieron y pagaron por ello, pero vencieron. Ningún creador estuvo tentado por el deseo de complacer a sus hermanos. Ellos odiaron el regalo que él ofrecía, su verdad era su único motivo, su trabajo era su única meta. Su trabajo, no el de los que se beneficiaran de él. Su creatividad, no el beneficio que de ella obtendrían otros. La creación que daba forma a su verdad.
Él mantenía su verdad sobre todo y contra todos. Seguía adelante sin tener en cuenta a los que estaban de acuerdo con él o a los que no. Con su integridad como única bandera. Él no servía a nadie ni a nada. Sólo vivía para sí mismo. Y sólo viviendo para sí mismo pudo lograr las cosas que luego se han reconocido como la gloria de la humanidad.
Esa es la naturaleza de la creatividad, el hombre no puede sobrevivir si no es a través de su mente. Llega al mundo desarmado, su cerebro es su única arma. Pero la mente es un atributo del individuo, es inconcebible que exista un cerebro colectivo. El hombre que piensa debe pensar y actuar por sí solo. La mente razonadora no puede funcionar bajo ninguna forma de coacción, no puede estar subordinada a las necesidades, opiniones o deseos de los demás, no puede ser objeto de sacrificio.
El creador se mantiene firme en sus convicciones, el parásito sigue las opiniones de los demás. El creador piensa, el parásito copia. El creador produce, el parásito saquea. El interés del creador es la conquista de la naturaleza, el interés del parásito es la conquista del hombre. El creador requiere independencia, ni sirve ni gobierna, trata a los hombres con intercambio libre y elección voluntaria; el parásito busca poder, desea atar a todos los hombres para que actúen juntos  y se esclavicen. El parásito afirma que el hombre es sólo una herramienta para ser utilizada, que ha de pensar como sus semejantes y actuar como ellos y vivir la servidumbre de la necesidad colectiva prescindiendo de la suya.
Fíjense en la historia. Todo lo que tenemos, todos los grandes logros, han surgido del trabajo independiente de mentes independientes y todos los horrores y destrucciones, de los intentos de obligar a la humanidad a convertirse en robots sin cerebros y sin almas, sin derechos personales, sin ambición personal, sin voluntad, esperanza o dignidad. Es un conflicto antiguo, tiene otro nombre: lo individual contra lo colectivo.
Nuestro país, el más noble en la historia del hombre, tuvo su base en el principio del individualismo, el principio de los derechos inalienables. Fue un país donde el hombre era libre para buscar su felicidad, para ganar y producir no para ceder y renunciar. Para prosperar, no para morir de hambre. Para realizar, no para saquear. Para mantener como su propiedad más querida su sentido del valor personal y como virtud más apreciada su respeto propio. Miren los resultados. Esto es lo que los colectivistas les están pidiendo que destruyan como ya se ha destruido en gran parte de la tierra.

Yo soy un arquitecto. Se lo que nos espera con estos principios. Nos aproximamos a un mundo en el que no puedo permitirme vivir. Mis ideas son propiedad mía. Me fueron arrebatadas a la fuerza, mediante un incumplimiento de contrato. No podía reclamar. Se pensaba que mi trabajo pertenecía a otros, que podían hacer con él lo que quisieran. Habían decidido, sin mi consentimiento, que mi deber era servirles sin otra elección ni recompensa. Ahora saben porque dinamite Cortlandt. Yo diseñe Cortlandt. Lo hice posible. Yo lo he destruido. Acepte diseñarlo con el objetivo de que fuera construido conforme a mis deseos. Ese el precio que pedí por mi trabajo. No me pagaron. Mi edificio desfigurado por el capricho de otros que se sirvieron de mi trabajo sin darme nada a cambio. El venido para decir que no reconozco el derecho de nadie a arrebatarme ni un solo minuto de mi vida, ni parte de mi energía, ni ninguno de mis logros. No importa quién lo pretenda. Había que decirlo. El mundo perece en una orgia de auto sacrificio. He venido para que me escuchen en nombre de todos los hombres independientes que quedan en el mundo. Quería establecer mis principios. No quiero ni trabajar ni vivir bajo otros. Mi principio es el derecho del hombre a existir por sí mismo."

Secretos Compartidos

- Tienes mi apoyo total en lo que quieras hacer.
- ¿Y por qué siento que sigues en contra?
- Yo no… no… Estoy preocupada. Soy tu madre. Ese es mi trabajo.
- ¿Y si decido seguir con esto?
- Cariño, se nota que los dos tenéis algo especial. Veo lo que ha hecho esta relación por ti y realmente te ha ido bien. Tú has madurado hijo. Ahora eres pintor. Eso lo sé. Rafi me lo hizo ver. Esa va a ser tu vida.
- Exacto.
- Exacto. Y es genial. Pero David, tienes que intentar entender esto. El amor no es siempre suficiente. No cuando hablas de matrimonio, hijos y cuentas corrientes conjuntas, sabes, no tienes porque aprender esa lección a los veintitrés años pero, estás en una situación un tanto complicada. Una relación significa trabajo. Los hijos… significan trabajo. Y no digo que el amor no sea importante… Lo es. Pero…
- ¿Entonces qué dices?
- Digo que… a veces amas y aprendes y puedes continuar. Y no pasa nada.
                                                                                            
                                           (Diálogo entre Lisa Metzger y su hijo David en Secretos Compartidos)