miércoles, 20 de abril de 2011

In Veritate Libertas

Una de las cosas más difíciles en esta vida es llegar a conocerse a uno mismo y ser fieles a nuestro ser. Aunque lo más complicado sin duda alguna es no mentirse. Si lo pensamos bien, todos sabemos cuál es la verdad, nuestra verdad. Muchas veces nos empeñamos en ponernos una venda, en auto convencernos de que algo es bueno para nosotros. Nos forzamos y esforzamos en aceptarlo y amarlo aun sabiendo, en lo más profundo de nuestro corazón, que eso no está hecho para nosotros. Que por mucho que nos persuadamos de lo contrario, aquello nunca nos hará felices y tarde o temprano se romperá y nosotros con él. Hacernos caso no siempre es lo más sencillo. Por desgracia, sabemos mentirnos muy bien y a veces nuestras argucias están tan bien hiladas y apoyadas en argumentos tan sólidos y aparentemente incontestables, que caemos presos de la telaraña que nosotros mismos hemos tejido. Luego, cuando el asunto se demuestra falaz no podemos más que decir “¡lo sabía!” Nada más lejos de la realidad, porque siempre lo supiste, y lo sabes. Por eso cuando tengáis la tentación de mentiros tan solo recordad sus palabras: “la Verdad os hará libres.”     


Paloma de Grandes V.

martes, 19 de abril de 2011

De Aquí a Cien Años, Todos Calvos


Desde siempre he sido una gran fanática de los refranes. Creo que no hay día que no cite alguno, aun a riesgo de ser llamada “abuela cebolleta”. De ello pueden dar buena cuenta mis amigos, a quienes alecciono a diario. Y es que pienso que los refranes populares están cargados de sabiduría pues no hacen mas que traducir grandes verdades, inmutables con el paso del tiempo. Por muy modernos que nos creamos, hay cosas que no cambian nunca.
Por eso, mientras le echaba un vistazo a la biblioteca de mi hermano pequeño, ha llamado mi atención uno de tantos libros que tiene: Los 200 Refranes Mas Famosos del Idioma Castellano (Ed. Susaeta). Lo cogí y me retiré a la terraza para poder leerlo con calma. Lo cierto es que no esperaba gran cosas mas que una ristra de refranes con una escueta explicación sobre su significado y procedencia. Que grata sorpresa fue la mía al descubrir en un libro aparentemente pueril, un grandioso decálogo de consejos y reflexiones de lo más útil.
Al ser imposible retranscribir todo (he de admitir que ganas no me faltan) y por miedo a que me denuncie la editorial por plagio (todo hay que decirlo), aquí os dejo una pequeña muestra de este gran descubrimiento:
DE AQUÍ A CIEN AÑOS, TODOS CALVOS
Es consejo que se emplea sobre todo con intención de consuelo muy similar a otro que dice: “no hay mal que cien años dure.” Vamos, que el que no se consuela es porque no quiere. Y, bien mirado, ¿Por qué no nos vamos a consolar, si todo lo de esta vida es fugaz y pasajero, efímero y mudable como la vida misma?
Si, pues, todo lo que se espera llega, lo que llega, pasa; lo que se teme, aparece; lo que agrada, termina, ¿para qué torturarnos pensando que lo que nos ocurre no tiene remedio? ¡Pues claro que lo tiene! Todo tiene arreglo. No hay más que ponerse a arreglarlo, en lugar de lamentarse. No correr del toro, sino hacerle frente; no hundirse en la desesperación, sino sacar ánimos de donde no los hay, para poder derrotar a la adversidad y poder seguir viviendo; no darse nunca por vencido, aunque se esté casi muerto. Estar convencido de eso: que nada- malo o bueno- nos ha de durar cien años, porque para entonces todos estaremos ya definitivamente “calvos”, y a nuestra calavera le va a importar muy poco lo que en el mundo ocurra entonces.

lunes, 11 de abril de 2011

La Lisis y la Crisis


Hay amistades de duran toda la vida. Sin embargo son pocas las que permanecen y muchas las que se quedan por el camino. Cuantas veces ocurre que con el paso del tiempo nos acordamos a esa chica o chico con el que nos llevábamos tan bien, del que éramos tan amigos, y nos preguntamos qué habrá sido de él. Sin darnos cuenta le hemos perdido la pista por completo y no queda de ellos más que el recuerdo. Esto señores, es la lisis. Un buen día te das cuenta de que vuestros caminos se han separado sin quererlo y de que os habéis convertido en extraños el uno para el otro. Cosas que pasan… en cierto modo es inevitable, pero no por ello dejamos de tenerles un cierto cariño, aunque sea por los “viejos tiempos.” Sin embargo y como su propio nombre indica, la crisis implica un choque frontal. No todos somos iguales (¿Qué gracia tendría la vida sino?) y mucho menos compatibles. A veces ocurre que a pesar del cariño que se pueda tener a alguien hay cosas suyas que no se pueden soportar. También puede que se dé por un malentendido. Los dimes y diretes nunca han hecho ningún bien. O puede que incluso una ofensa involuntaria o a mala sangre. Estas últimas, de las menos comunes. Siempre he creído que los hombres somos buenos por naturaleza. Soy así de ingenua… Sea por lo que fuere, esta es, sin lugar a dudas la peor forma en la que puede terminar una amistad. Por eso a veces uno tiene que hacer un ejercicio de autocrítica y pensar si de verdad la culpa es del otro. Si por algún casual, nosotros no hicimos algo mal. Está claro que es mucho más sencillo culpar de nuestra desgracia a los demás eximiéndonos de toda culpa. A veces es nuestro ego y nuestro orgullo lo que nos impide salvar una amistad que realmente merecía perdurar. Rectificar es de sabios. Por ello no debemos tener reparos en pedir perdon. ¿Quien dijo que amar fuese no tener que decir nunca "lo siento"? ¡Malditos guionistas hollywoodienses! Amar es saber perdonar. A mi me gusta decir que todo tiene solucion excepto la muerte, sin embargo y muy a nuestro pesar hay amistades a las que esta les llega sin que podamos remediarlo. Por muy doloroso que nos resulte, a veces hay que podar las ramas secas para que puedan nacer otras más frondosas y robustas. La tierra no siempre es fértil. A veces está yerma, y por mucho que nos empeñemos, nuestra semilla no dará fruto en ella. Por desgracia, no siempre se recoge lo que se siembra, pero afortunadamente, siempre se recoge.

Paloma de Grandes V.  

Amor Tirano

Ciego que apuntas y atinas,
Caduco dios, y rapaz,
Vendado que me has vendido,
Y niño mayor de edad,
Por el alma de tu madre
Que murió, siendo inmortal,
De envidia de mi señora,
Que no me persigas más.
Déjame en paz, Amor tirano,
Déjame en paz.

Baste el tiempo mal gastado
Que he seguido a mi pesar
Tus inquïetas banderas,
Forajido capitán.
Perdóname, Amor, aquí,
Pues yo te perdono allá
Cuatro escudos de paciencia,
Diez de ventaja en amar.
Déjame en paz, Amor tirano,
Déjame en paz.

Amadores desdichados,
Que seguís milicia tal,
Decidme, ¿qué buena guía
Podéis de un ciego sacar?
De un pájaro ¿qué firmeza?
¿Qué esperanza de un rapaz?
¿Qué galardón de un desnudo?
De un tirano, ¿qué piedad?
Déjame en paz, Amor tirano,
Déjame en paz.

Diez años desperdicié,
Los mejores de mi edad,
En ser labrador de Amor
A costa de mi caudal.
Como aré y sembré, cogí;
Aré un alterado mar,
Sembré una estéril arena,
Cogí vergüenza y afán.
Déjame en paz, Amor tirano,
Déjame en paz.

Una torre fabriqué
Del viento en la raridad,
Mayor que la de Nembrot,
Y de confusión igual.
Gloria llamaba a la pena,
A la cárcel libertad,
Miel dulce al amargo acíbar,
Principio al fin, bien al mal.
Déjame en paz, Amor tirano,
Déjame en paz.

                                               Luis de Góngora