miércoles, 18 de julio de 2012

¿Por qué me teméis Luisa?



- ¿Por qué me teméis Luisa? 

- Os temo Señor porque hacéis que me tema a mí misma. Os rehúyo porque os quiero cerca. Pienso en vos para no pensar en vos. Mas todo es vano ya, pues a mi puerta llama insistentemente vuestro recuerdo y yo no tengo fuerzas para mantenerla cerrada. Las cosas claman vuestro nombre y los días reclaman vuestra presencia. Qué triste pensamiento es el de saberse correspondido y deber callar. Y hablo procurando callar aquello que quiero decir. Solo os pido que no me améis si no podéis y que si queréis os apresuréis en hacerlo, pues si a otra mujer amáis no tenéis más que decirlo para que os destierre de mi pensamiento. Más sé, y no me engaño, que los hombres sois cobardes y que no daréis un paso hasta que las circunstancias os fuercen a ello. Os amo en la ignorancia, os amo imprudentemente, pero antes de compartir con nadie vuestro querer prefiero el silencio del hogar pues aunque os ame, me amo más a mí misma. No intentéis hallar sentido a mi discurso. Yo misma lo desconozco. No busquéis lógica en este cantar pues el amor desconoce tal concepto…     

Paloma de Grandes V.

jueves, 5 de julio de 2012

Campeones de Europa



Lo han vuelto a hacer. La Selección ha ganado un nuevo título añadiendo otro trofeo a nuestro haber. Ha conseguido lo imposible, y no me refiero a ganar dos Eurocopas y un mundial seguidos, sino a levantar la moral de un país deprimido y zarandeado por una crisis que parece no tener fin. 

Todos los días nos despertamos con una nueva y horripilante subida de nuestra parienta de riesgo. La semana pasada los rumores de rescate copaban los titulares de prensa y los telediarios. La tasa de paro batía su récord histórico. Parecía que todo eran desgracias y que el país estaba al borde del abismo. Apuesto a que la mitad de nuestros compatriotas tenían preparado el atadillo para abandonar el barco antes de que se hundiese por completo. Y fue entonces, cuando estos chicos nos dieron una tremenda alegría. Una victoria que no podía llegar en mejor momento. 

A mí nunca me ha emocionado el fútbol. Lo reconozco. No sé lo que es un fuera de juego ni con qué criterio de dan las tarjetas amarillas y rojas, aunque por el color de las últimas adivino que no conllevan nada bueno. Tampoco sé cómo se calcula el descuento y estoy convencida de que a los jugadores se les imparten clases de interpretación para fingir las faltas. Pero lo que sí sé es que nuestro país necesitaba un chute de autoestima. Algo que nos hiciese recobrar nuestro orgullo nacional si es que alguna vez lo hemos tenido. 

Habrá gente que vea en esto una mera evasión de la realidad. "Puesto que pan hay cada vez menos, por lo menos que haya circo." Pero lo que han conseguido estos chicos es una proeza digna de elogio, algo que solo había conseguido la amenaza de una nueva guerra fratricida en España tras la muerte del Generalísimo: el consenso. Desde Jerez hasta Gijón, desde San Sebastián hasta Lleida, en Pontevedra y Valladolid, la gente ha salido a la calle a festejar la victoria nacional sin complejos de ningún tipo. Por todas partes, en cada rincón de nuestra geografía se ha visto gente de toda clase y condición ataviada con banderas rojigualdas. Esta Selección ha conseguido que todos dejemos a un lado nuestras ideologías, sectarismos y tonterías varias para exclamar con una sola voz "viva España" y que al menos por un día lucir nuestra bandera dejase de ser cosa propia de fascistas retrógrados y nostálgicos para convertirse en una mera manifestación de patriotismo, como debe ser. 

España, ninguneada ahora por los mercados, las agencias de rating y por Bruselas, tratada como una niña sin voz ni voto en su propia casa que es Europa, da con esta victoria un golpe en la mesa demostrando no ser la desgracia que todos creen que es. El fútbol no es en este caso un juego en el que once tíos corren tras un balón. Es la demostración de un carácter y de una idiosincrasia especial. El reflejo de una España que si se esfuerza gana los partidos, que sabe apretar los dientes cuando hace falta y por la que nadie, recordémoslo, antes de 2008 daba un duro porque pasase de cuartos, al igual que ocurre ahora con nuestra deuda soberana.

Estos chicos, todos jugadores de élite y parte de los mejores clubes, tanto nacionales como extranjeros, lejos de intentar destacar sobre el resto han sabido compenetrarse de tal forma que han dejado de ser Iniestas o Xavis para convertirse en un solo cuerpo, en un solo juego, en un "tiqui taca" que nos ha llevado donde hace unos años no podíamos imaginar que estaríamos. España entera debería tomar ejemplo de estos jóvenes que a pesar de ser distintos comprendieron que el orgullo no conduce a ninguna parte y que solo la unidad hace la fuerza. 

Solo me queda darles gracias por conseguir devolvernos la ilusión y por hacer que la afirmación "yo soy español" deje de provocarnos rubor o vergüenza y en su lugar nos llene de orgullo y de alegría.

Paloma de Grandes V.

miércoles, 4 de julio de 2012

No hay mal que por bien no venga



Hay gente que se pasa la vida quejándose por todo. "No tengo dinero." "Mi trabajo es aburrido." "Mi relación es un asco." Sin embargo quejándose lo único que consiguen es entrar en un círculo vicioso del que no es fácil salir. Solo se vive una vez y ya que la vida es tan corta ¿merece realmente la pena malgastar el tiempo refunfuñando y viviendo una vida que no nos gusta? ¿Una vida condicionada por nuestros propios miedos o incluso por los deseos y expectativas de los demás? Nuestra vidas son nuestras y de nadie más. Solo nosotros habremos de cargar sobre nuestras espaldas con el peso de nuestros errores y de nuestros aciertos. Ciertamente la vida no viene con manual de instrucciones. A veces nos equivocamos. Tomamos decisiones desatinadas, decimos y hacemos cosas que no debemos pero de todo se aprende. De todo se puede extraer una lección que evite que cometamos los mismos errores en un futuro.

No debemos menospreciar los fallos ni las malas experiencias porque estas son llaves que abren puertas y que muchas veces traen consigo grandes sorpresas. Es en los momentos difíciles cuando los conocidos se convierten en grandes amigos, cuando el carácter se forja y la inteligencia se agudiza. Solo los años se encargan de curar nuestra miopía natal. Con el transcurso de la vida nuestra percepción se vuelve cada vez más diáfana. Los sentimientos suelen enturbiar las circunstancias y es solo con el paso del tiempo con el que somos capaces de ver nuestras vidas en tanto que espectadores imparciales. Quejarse es muy sencillo. Más sencillo que hacer algo en todo caso. Quizá debiésemos aprender a dejar de querer lo que tienen los demás o desear aquello de lo que no disponemos para empezar a valorar aquello que tenemos puesto que nunca se sabe cuánto tiempo nos ha de durar. Si lo que tenemos no nos gusta, cambiarlo y si creemos que merecemos algo mejor, buscarlo pues solo los necios y los mediocres se escudan en el victimismo y en la autocompasión para excusar sus propias carencias y permanecer en la cobardía.

La vida no nos priva de cosas. Nos libera de aquello que no necesitamos. Aquellas cosas que esperamos y que no acaban por llegar pueden ser una oportunidad para crecer sin distracciones, para ser aquello que debemos ser. Eso no quiere decir que no vaya a llegar ni que no seamos dignos de tales bienes sino simplemente que aun no es el momento de disfrutarlos. Todo pasa por una razón y puede que aquello que creemos que es un castigo no sea sino una pista o señal de que algo tiene que cambiar. En mi caso, la muerte me trajo de vuelta a casa. Me hizo darme cuenta de que una etapa había acabado y de que era el momento de emprender un nuevo camino. Un camino que me daba miedo recorrer y que ha resultado ser una senda florida, repleta de rosas. Con espinas, sí, pero no por ello menos hermosa.

Aunque no queramos la vida nos dispone a su antojo como a piezas de ajedrez sobre un tablero. Sin embargo somos nosotros los que debemos prever la jugada, mover nuestra ficha e jugar la partida. "El mundo es un teatro y todos debemos desempeñar nuestro papel" cantaba Elvis seguramente inspirado por Shakespeare. Todos tenemos una misión en la vida. Todos sin quererlo nos encontramos en un momento dado y en un lugar preciso para condicionar en mayor o menor medida la vida de otras personas sea en forma de atrezo, de apuntador, de protagonista o de malo malísimo del drama de turno pero en cualquier caso todos ellos son igual de indispensables para la escena.

Sí, hasta los malos tienen un papel en el mundo. Sin mal no habría un bien que lo combatiese. No habría rebeliones, ni Gandhis, ni Luther Kings ni Cristos. Si lo pensamos lo malo al final siempre es bueno ya que hace brotar en los hombres un deseo de justicia que les lleva a hacer el bien. Y si hay algo que hace bella la existencia es la esperanza en los ojos de aquellos hombres que a pesar de los pesares creen que puede existir un mundo mejor.

Paloma de Grandes V.