miércoles, 30 de septiembre de 2015

Las equis del mapa


Creo que uno de mis peores defectos, a parte de fumar, es que soy muy impaciente. Lo quiero todo aquí y ahora. Quizás por eso en lugar de pintar al óleo pinto con acrílicos. Se secan rápido y no tengo que esperar días para ver como ha quedado el cuadro. 

No obstante, me he dado cuenta de que no soy la única que vive con prisas. Es mucha gente la que vive con los ojos puestos en el futuro sin darse cuenta de lo que tiene ante sus narices. Quieren lograr esto y lo otro, tener una casa, un trabajo, el coche, casarse, hijos, todo el pack. Y, no me entendáis mal. Tener objetivos en la vida está muy bien. Son la brújula que nos dirige y da sentido a nuestro viaje. Sin embargo, es importante no ofuscarse en el destino y disfrutar un poco del trayecto. 

Muchos pasamos de segunda a quinta, sin más preámbulos, y luego pinchamos. Llegamos al destino, si es que no nos la pegamos antes por ir con tantas prisas, y cuando llegas y te preguntan " ¿Viste el acantilado tan bonito que había en el kilómetro 30?" "¿Qué acantilado? Yo estaba con los ojos en la carretera" "¿Cómo? No me digas que te lo perdiste..." Pues sí, te lo perdiste y puede que no vuelvas a pasar por allí. Seguramente tengas que limitarte a escuchar descripciones del maravilloso acantilado en lugar de verlo con tus propios ojos. 

Una vez más el árbol no te dejó ver el bosque. Llegaste a dónde querías llegar pero no disfrutaste del viaje. No te detuviste ni un segundo a contemplar las cañadas, ni a escuchar el murmullo de los ríos, ni a apreciar la grandeza de las montañas, ni los colores de los prados, ni el oro de los trigales que te rodeaban. Pasaste por ahí, sin pena ni gloria, y punto. Y si te preguntan por lo que viste sólo podrás hablar de las señales de la carretera y no de todo lo demás, que era gran parte del encanto del trayecto. 

Que porque te detengas un momento a oler las flores o a observar el paisaje desde un mirador no vas a dejar de llegar a tu destino. Tu destino está ahí. No se va a mover. Puede que tardes un poco más de lo que tenías previsto pero al menos podrás contar algo más que si había poco o mucho tráfico. 

Lo importante no son tanto las equis que hayas marcado en tu mapa vital sino más bien las líneas que conectan los puntos y puesto que nos pasamos tanto tiempo en la carretera más vale disfrutar un poco de las vistas ¿no? Parar a estirar las piernas, a recuperar fuerzas y a respirar un poco de aire fresco. Y si hay algún merendero cerca pues echar un par de horas allí y saborear el sándwich y, de paso, el momento, apartando de nuestra mente el "tengo que llegar". O peor, que estés tan distraído y tan agobiado con llegar que vas y te saltas la salida y tengas que dar una vuelta enorme para volver a donde estabas al principio, cuando quizás de haber estado más relajado habrías podido apreciar lo bonito del camino y encima llegar a donde querías. 

¡Baja la velocidad! Pon un poco de música, relájate y disfruta. Las ciudades no se mueven y las cosas que son para ti no se van a ir a ningún sitio ni te van a pasar de largo. Déjate sorprender. No tomes atajos. A veces los caminos más largos son los mejores precisamente porque son los que nos preparan para nuestro destino, que no tiene porque ser el que tú marcaste en el mapa.

Deja que sean tus andares los que marquen tu destino y no tu destino el que determine tu forma de andar. Quién sabe. Quizás tus pasos te lleven a lugares más hermosos de lo que jamás pudiste imaginar. Sitios que no venían en las guías. Yo por lo pronto me voy a comprar unos óleos. Puede que tarde más en pintar el cuadro pero seguro que me sale algo más bonito.