domingo, 6 de noviembre de 2016

Manual de un "Snob" (Parte I)





Queridos amigos:


Vamos a hacer un pequeño inciso en el blog para tratar un tema que realmente me preocupa y que, a riesgo de parecer snob, pija o intransigente, creo es muy importante. Algo que para muchos resulta tan evidente como decir “gracias”, “por favor” o no hurgarse la nariz o la oreja en público. Algo que, visto lo visto, no es tan obvio para algunos y que, sin embargo, es bastante básico. Hoy vamos a hablar de los modales y la etiqueta en la mesa. 


Si hay algo que nos distingue de los animales es la razón. Esa que hace que controlemos nuestros más bajos impulsos y que nos permite convivir sin matarnos los unos a los otros. La educación no es un conjunto de normas sin sentido, hechas para fastidiar, sino que su fin último es facilitar la convivencia con los demás y demostrar también al otro que somos gente civilizada y no bestias pardas a las que no se puede sacar de casa.  


Siempre he creído que los detalles son importantes porque reflejan un fondo. Una pequeña ventanita que deja entrever parte del carácter de la otra persona o de su subconsciente. La falta de modales, el no saber comportarse en una mesa, la falta de saber estar, en definitiva, pueden reflejar o dar a entender dos cosas de nosotros. Cosas que pueden, o no, ser verdad pero que actúan en nuestra contra. En primer lugar, pueden reflejar ignorancia. Esto es, que nadie (nuestros padres) nos ha enseñado cómo debemos comportarnos a la hora de comer. O, lo que es peor (ya que lo primero puede ser excusable) una absoluta indiferencia y desidia. Es decir, que sabemos que no es correcto pero nos importa un rábano. Y la razón por la que esto es un problema, o puede percibirse como tal, es que, si en algo tan nímio y gratuito (que no cuesta nada, vaya) como en la mesa no nos comportamos como es debido, a saber cómo nos comportaremos en lo demás.  


Pueden parecer chorradas o cosas sin importancia pero, no seguir estas pequeñas normas pueden significar un descarte inmisericorde en nuestro perjuicio si quien se sienta frente a nosotros en una mesa, sea a nivel profesional o amoroso, considera estas cosas importantes, así que ¡cuidado! 


Puesto que el tema da para mucho, y seguramente en los comentarios habrá quien me recuerde alguna cosa que se me haya olvidado o que me recrimine mi snobbismo rancio, esta entrada se dividirá (en principio) en dos partes. 


Ahora, sin más preámbulo, pasemos a ver la lista de pequeñas cosas que no cuesta tanto hacer o no hacer y que pueden hacer que parezcamos un marqués digno de tomar el té con la reina de Inglaterra o un cabrero salido de la estepa más profunda, con todo el respeto a nuestros queridos ganaderos caprinos. Comencemos. 


1. El orden de las cosas. Cómo vestir una mesa y dónde va cada cosa. Esto es muy sencillo. No es necesario tener una vajilla de porcelana china, ni vasos de cristal de bohemia ni cubiertos o bajoplatos de plata para ser un buen anfitrión. Cada uno recibe con lo que buenamente puede y tiene. En cuanto a la distribución: Vaso de agua encima del plato al extremo superior derecho y a la derecha de éste, el de vino. Tenedor a la izquierda del plato y cuchillo y cuchara a la derecha (en este orden, de adentro hacia afuera). Véase el gráfico de abajo. 

    Esto tiene una explicación muy sencilla. Si el tenedor está a la izquierda es porque se utiliza la mano izquierda para sujetar el cubierto. Lo mismo pasa con el cuchillo y la cuchara, que se colocan a la derecha. La cosa se puede complicar si hay más de un plato, pero para saber en qué orden utilizar los cubiertos basta con recordar esta sencilla norma: “De afuera hacia adentro”. Si tenéis dudas, mirad a los demás. No tiene más misterio. 

    La única excepción que se me ocurre para utilizar el tenedor con la mano derecha es cuando sólo se utiliza un cubierto como, por ejemplo, para comer spaghetti. En los demás casos, no. 


2. A la mesa se va vestido. No os riáis. Da igual que sea verano. Da igual que estéis en un chiringuito y que haga 40 grados a la sombra. Os ponéis una camisa, una camiseta o un pareo. Cada momento tiene su afán y cada lugar tiene su protocolo. Si el camarero no va en bañador, no hay motivo para que nosotros a la mesa vayamos medio en cueros. Será cómodo pero no es apropiado. Si el pobre camarero del chiringuito va vestido, tú te solidarizas y te pones también la camiseta. Esto es igual que en el acto de entrega de orlas de la universidad, cuando el ujier de la sala dice al empezar la ceremonia "Sentaos y cubríos". Pues eso, tápate.

3. Es de bien nacidos ser agradecidos. Cuando te invitan a una casa y el dueño se ha tirado horas cocinando para ti, hay que llevar algo. Postre, bombones, vino o flores. Si la otra persona ha sacrificado la mitad del día en pensar el menú y en hacerlo, qué menos que reconocer su esfuerzo de alguna forma. Sobretodo si no se trata de una invitación habitual. Claro está, si pretendes que te vuelvan a invitar.  

4. El "Que aproveche". Mucha gente cree que es de buena educación decir esto cuando en realidad no lo es. Y aquí sé que va a haber polémica pero lo cierto es que no es fino y resulta hasta un poco cateto. Uno empieza a comer y ya está. No son necesarios los preámbulos ni los preliminares porque (al contrario que en otros menesteres) la comida, en lugar de calentarse, se enfría al igual que la libido del otro comensal si conoce y aprecia esta norma. No obstante, esta es una norma que mucha gente no conoce y que rige en determinados ambientes en los que no todo el mundo se mueve. Ahora bien, si somos nosotros los destinatarios de esta frase, lo correcto es decir "Gracias" y no darle más importancia.  No es necesario, como he visto hacer a alguno, dejar en ridículo a quien lo decía por su falta de conocimiento. Si lo haces, el verdadero maleducado eres tú. Mejor que lo leáis aquí y penséis que estoy loca a que lo digáis y os miren como si fueráis un mono salido del zoo.
 

 5. La servilleta en el regazo. Ni atada alrededor del cuello ni enganchada a modo de babero por dentro de la camisa. No tienes 2 años ni estás comiendo potitos. ¿O también esperas que la otra persona te haga el "avioncito" con cada bocado? Si quieres comer con los mayores, compórtate como un adulto. Del mismo modo, tampoco es necesario que el otro vea la obra de arte abstracto en la que se ha convertido nuestra servilleta durante la comida, asi que mejor que no se vea.

6. Cómo coger los cubiertos. Hay gente que agarra los cubiertos con toda la mano, como si tuvieran miedo de que alguien se los fuera a quitar y esto no es correcto. Como resulta un poco complicado de explicar, os dejo un vídeo en el que se ve de forma muy clara. 


7. Zapatero a tus zapatos. Cada cubierto tiene su función. La cuchara es para las sopas, caldos, cremas y guisos con mucha salsa; el cuchillo para cortar y empujar y el tenedor para pinchar trozos o para llevarse la comida a la boca. Y esto lo preciso, aunque parezca muy obvio, porque he visto a gente comer arroz (no caldoso) con cuchara y llevarse la comida a la boca con el cuchillo. La persona en la que pienso era hija de un notario, no un obrero de la construcción, lo que demuestra que el dinero no da la educación. 

    
8. Siempre con la misma mano. Los cubiertos no deben cambiar de mano durante la comida. Esto sólo se hace en América. Si no habéis nacido o vivido allí, no tenéis excusa. No hace falta marear a la persona que se tiene en frente con un pase de manos constante. Sino hazte mago y dedícate a hacer trucos de magia. 


9. Los cubiertos van a la boca. Claro, Paloma ¿cómo vamos a comer sino? Bien, pues en esta viña del Señor yo me he encontrado gente que baja la cara al plato y que se inclina sobre el mismo como si no hubiera comido en un mes. Uno se sienta recto, coge el tenedor o la cuchara, la llena, levanta el cubierto y se lo lleva a la boca. A menos que quiera parecer un animalito del bosque.



10. Apunten… ¡Fuego! No se apunta a los demás comensales con los cubiertos y menos con un cuchillo mientras se habla. Se dejan los cubiertos apoyados en los laterales de los platos y se gesticula si se quiere. La otra persona no tiene porque sentir que la estás amenazando cada vez que le diriges la palabra.



11. El cuchillo no se chupa. Bajo ningún concepto. La comida puede estar deliciosa pero si haces esto vas a parecer un muerto de hambre y un troglodita así que NO LO HAGAS. ¡NUNCA!



 



2 comentarios:

  1. Otro consejito: Aprender el significado y la ortografía correcta de "libido".

    ResponderEliminar
  2. Querida amiga: El error está corregido, gracias a tu comentario pero al igual que he dicho para ese punto en cuestión,no es necesario hacer sentir mal al que se equivoca. Rectificar es de sabios. Aquí está la rectificación. Aunque hubiera preferido que fuera por privado, agradezco el comentario y tomo nota. Un abrazo

    ResponderEliminar