miércoles, 22 de junio de 2011

¡Que viva el Perú!

Los orígenes son importantes. Por eso he querido hacer mi Trabajo de Fin de Carrera sobre las relaciones peruano-ecuatorianas. Mi director me dijo que tenía que escribir la motivación, es decir, lo que me había llevado a hacer el trabajo sobre este tema. Tras devanarme los sesos durante un par de días me salió lo siguiente:

 A medida que pasan los años uno tiene la necesidad de volver a sus orígenes. No sabe a dónde va quien no sabe de dónde viene. En este sentido mi corazón se halla dividido como el del poeta Santos Chocano.

Soy el cantor de América
autóctono y salvaje
Mi lira tiene un alma
Mi canto un ideal
Mi verso no se mece colgado de un ramaje
Con el vaivén pausado de hamaca tropical.
 
Cuando me siento inca
le rindo vasallaje al sol
que me da el cetro de su poder real.
 
Cuando me siento hispano
y evoco el coloniaje
parecen mis estrofas
trompetas de cristal.
 
Mi fantasía viene de un abolengo moro.
Los andes son de plata
pero el león de oro
y las dos castas fundo con épico fragor.
 
La sangre es española.
Incaico es el latido
y de no ser poeta quizá yo hubiese sido
un blanco aventurero o un indio emperador.

Alma América

Tengo la gran suerte de tener dos patrias: la rojigualda paterna y la peruana por parte de madre. Desde que era una niña mis padres se han esmerado en enseñarme a amar mis raíces y a sentirme orgullosa de lo que soy. Por este motivo y aunque haya crecido entre doces de octubre, paellas y pistos, siento al Perú igual de mío que la península. Es este deseo “antropológico” el que me mueve a hacer mi propia “conquista del Perú” y de su historia.

A pesar de que sea conocido por ser un país en desarrollo, lo cierto es que Perú es uno de los países más ricos. Costa, sierra y selva. Oro y plata. Una gastronomía variada y fina que va más allá del ceviche, de la papa y del choclo y que, de no ser por la gran labor llevada a cabo por el cocinero Gastón Acurio, seguiría siendo un misterio para muchos. Cuna de uno de los imperios más poderosos que ha existido y del que Cuzco se erige como prueba incontestable. Una tierra de leyenda, alimentada por las impresionantes líneas de Nazca y el Candelabro de Paracas. Las novelas de Alonso Cueto, los poemas de Cesar Vallejo, Jaime Bayly con su obra “Y de repente, un ángel”, finalista del Premio Planeta en 2005, Alfredo Bryce Echenique con su “Mundo para Julius” y la voz quebrada y melancólica de Chabuca Granda, han contribuido de forma notable a la difusión de la cultura peruana en el  mundo. Sin duda sus obras evidencian la grandeza de su tierra.

Por este motivo, hago mías las palabras del último ganador del Premio Nobel de Literatura, Vargas Llosa, cuando dijo en su discurso que Perú es "una suma de tradiciones, razas, y culturas procedentes de los cuatro puntos cardinales. A mí me enorgullece sentirme dentro de las culturas prehispánicas que fabricaron los tejidos y mantos de plumas de Nazca y Paracas y los ceramios mochicas o incas que se exhiben en los mejores museos del mundo, de los constructores del Machu Pichu, el Gran Chimú, Chan Chan, Kuelap, Sipán, las huacas de La Bruja y del Sol y de la Luna, y de los españoles que, con sus alforjas, espadas y caballos, trajeron al Perú a Grecia, Roma, la tradición judeo-cristiana, el Renacimiento, Cervantes, Quevedo y Góngora, y a la lengua recia de Castilla que los Andes dulcificaron. Y que con España llegara también el África con su reciedumbre, su música y su efervescente imaginación a enriquecer la heterogeneidad peruana. Si escarbamos un poco descubrimos que el Perú, como el Aleph de Borges, es en pequeño formato el mundo entero. ¡Qué extraordinario privilegio el de un país que no tiene una identidad porque las tiene todas!"

Por todo ello ruego al lector que me perdone y sepa disculpar si en algún momento este trabajo pueda parecer tendencioso o sienta que muestro favoritismos por la tierra que vio nacer a la madre de quien esto escribe. Procurare ser todo lo imparcial que me sea posible.



Paloma de Grandes V.

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