lunes, 12 de diciembre de 2011

La Valentía



Seguro que a muchos de vosotros, al leer el título de la entrada, se os ha venido a la mente la imagen del algún caballero. De algún Don Quijote que se enfrenta a dragones y va por ahí rescatando damiselas en apuros. O incluso la imagen de algún héroe de guerra que sacrifica su vida por sus compatriotas al más puro estilo Braveheart.  Si es así, ya os advierto que el tema a tratar es otro bien distinto y puede que más banal. A pesar de ello creo que es necesario definir con propiedad dicho concepto.

Seamos académicos. Una de las acepciones dadas a este término por la Real Academia Española es “hecho o hazaña heroica ejecutada con valor.” Otra es acción material o inmaterial esforzada y vigorosa que parece exceder a las fuerzas naturales.”  Con todo mi respeto a los académicos de la lengua y sin ningún ánimo de afearles la conducta ni de corregirles tengo que decir que no comparto sus postulados. Vayamos por partes. Respecto de la primera, la valentía no tiene por qué estar referida a grandes hazañas, puede manifestarse en hechos cotidianos. Respecto de la segunda, si bien es cierto que un acto de valentía requiere esfuerzo no siempre tiene que tratarse de cosas aparentemente imposibles o inalcanzables.

Para mí la valentía es otra cosa. No es ponerse delante de un toro, no es ir a la guerra, ni tampoco tirarse de una avioneta. Que conste que soy firme defensora de la tauromaquia y admiro profundamente a nuestras fuerzas armadas y porque no decirlo, a aquellos que se tiran en paracaídas. Yo no podría hacer ninguna de esas tres cosas. Sin embargo la valentía de la que os hablo es de una valentía moral. Aquella que debería tener toda persona y por cuyos preceptos debería guiarse todo hombre en su vida diaria.

Para mí ser valiente es luchar por lo que se quiere hasta derramar la última gota de sudor. Ser valiente es admitir que uno se ha equivocado. Ser valiente es asumir las consecuencias de nuestros actos. Ser valiente es pedir perdón a quien se ha herido u ofendido. Ser valiente es decir las verdades a quienes merecen que se las digan aunque con ello les vayas a hacer sufrir. Ser valiente es levantarse cuando lo único de lo que tienes ganas es de quedarte en la cama y no despertarte nunca más. 

No os equivoquéis. Los valientes no son aquellos que no tienen miedo. Los valientes son los que a pesar de tener miedo siguen adelante y hacen lo que tienen que hacer. Son aquellos que se enfrentan a la adversidad con la esperanza de ganarle la batalla. Son aquellos que abandonan la comodidad para embarcarse en lo desconocido. Tener miedo es humano pero ser valiente es una obligación. Una obligación para con los demás pero también para con uno mismo.

Por desgracia nuestra “humanidad” hace que constantemente nos pongamos excusas para no hacer aquello que debemos y olvidamos que en la vida no es todo coser y cantar. Las cosas que realmente merecen la pena son las que requieren esfuerzo y sacrificio por nuestra parte. Que abandonemos nuestro conformismo, cojamos el macuto y echemos a andar. La vida, en definitiva, está hecha para los valientes.

Paloma de Grandes V.

2 comentarios:

  1. Gracias... Nadie podría haber expresado mejor lo que es la valentía...
    Gracias por apoyarme, por escucharme, por tu valentía, por escribir... Gracias por estar ahí
    Tienes un don!
    Lu

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  2. Gran entrada Paloma, me has recordado a una frase que oí en una película pero que parece ser muy conocida. Te la dejo para reflexionar tambien:
    "El coraje no es la ausencia del miedo, sino el considerar que hay algo más importante que él."

    Gran frase: "la vida es para los valientes"

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