viernes, 11 de octubre de 2013

Obras son amores





Vuestro temple me embelesa
por lo espontáneo y sencillo
gentil como una paloma,
dócil como un corderillo

Que a pesar de tanta pompa,
y de la gala que os rodea
nunca conmigo fuisteis
ni engreída ni abyecta.

Qué elegancia, qué finura
qué delicada hermosura
hallé en vos al despertar
aquella mañana de julio
Con ese batín de seda
sentada en aquella mesa
al hablar de Gibraltar.

¡Qué preclaro pensamiento!
¡Cuán agudo el intelecto!
Vuestro verbo tan sincero,
tan cabal y tan directo
me recuerdan a los niños
y la ternura de sus juegos.

Vuestras manos prodigiosas
sólo propias de las diosas
que me hacen perder el sentido
como los nardos fragantes
ayudan a los errantes
a volver a su camino.

Tanto os añoré
que quizá mi mente me engañe
pero el sol del verano maravillas
ha hecho en vuestro semblante. 

Vuestros labios hoy me llaman
como el alba llama al día
y si de mí dependiese
yo mi vida entregaría
pues estar lejos de vos
qué horrible destino sería.

Por ello reclamo en Florencia
me obsequiéis con vuestra presencia
aunque sea un día o dos
pues cuando vuelva a aquellos lares
todo me parecerán solares
y no pensaré más que en vos

Estas palabras le dijo,
ella calló y sonrió
Pues sabía que lo que oía
tenía poco valor.

Que nadie olvide jamás
La moraleja de este cuento:
las palabras son palabras,
poco son si no son hechos.
Pues como dijo el refranero
obras son amores 
y lo demás tormento.


Paloma de Grandes V.

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