martes, 19 de abril de 2011

De Aquí a Cien Años, Todos Calvos


Desde siempre he sido una gran fanática de los refranes. Creo que no hay día que no cite alguno, aun a riesgo de ser llamada “abuela cebolleta”. De ello pueden dar buena cuenta mis amigos, a quienes alecciono a diario. Y es que pienso que los refranes populares están cargados de sabiduría pues no hacen mas que traducir grandes verdades, inmutables con el paso del tiempo. Por muy modernos que nos creamos, hay cosas que no cambian nunca.
Por eso, mientras le echaba un vistazo a la biblioteca de mi hermano pequeño, ha llamado mi atención uno de tantos libros que tiene: Los 200 Refranes Mas Famosos del Idioma Castellano (Ed. Susaeta). Lo cogí y me retiré a la terraza para poder leerlo con calma. Lo cierto es que no esperaba gran cosas mas que una ristra de refranes con una escueta explicación sobre su significado y procedencia. Que grata sorpresa fue la mía al descubrir en un libro aparentemente pueril, un grandioso decálogo de consejos y reflexiones de lo más útil.
Al ser imposible retranscribir todo (he de admitir que ganas no me faltan) y por miedo a que me denuncie la editorial por plagio (todo hay que decirlo), aquí os dejo una pequeña muestra de este gran descubrimiento:
DE AQUÍ A CIEN AÑOS, TODOS CALVOS
Es consejo que se emplea sobre todo con intención de consuelo muy similar a otro que dice: “no hay mal que cien años dure.” Vamos, que el que no se consuela es porque no quiere. Y, bien mirado, ¿Por qué no nos vamos a consolar, si todo lo de esta vida es fugaz y pasajero, efímero y mudable como la vida misma?
Si, pues, todo lo que se espera llega, lo que llega, pasa; lo que se teme, aparece; lo que agrada, termina, ¿para qué torturarnos pensando que lo que nos ocurre no tiene remedio? ¡Pues claro que lo tiene! Todo tiene arreglo. No hay más que ponerse a arreglarlo, en lugar de lamentarse. No correr del toro, sino hacerle frente; no hundirse en la desesperación, sino sacar ánimos de donde no los hay, para poder derrotar a la adversidad y poder seguir viviendo; no darse nunca por vencido, aunque se esté casi muerto. Estar convencido de eso: que nada- malo o bueno- nos ha de durar cien años, porque para entonces todos estaremos ya definitivamente “calvos”, y a nuestra calavera le va a importar muy poco lo que en el mundo ocurra entonces.

1 comentario:

  1. Bonita reflexión, de un refran tan curel en principio, sobre todo para los que a los 30 ya son calvos.

    ResponderEliminar