domingo, 7 de abril de 2013

Don Juan Tenorio


¿Cuántos de vosotros habéis oído hablar de esta obra? Seguramente a muchos os la hicieron leer en el colegio o hayáis tenido la suerte de ver alguna representación de este clásico del teatro patrio. Yo, por desgracia, no he tenido esa suerte. Sin embargo todo español que se precie conoce al menos esa famosa frase que dice "No es verdad ángel de amor que en esta apartada orilla más pura la luna brilla y se respira mejor." ¿Os suena? Yo a pesar de conocer la emblemática frase no tenía ni la más mínima idea de cómo acababa el discurso de Don Juan. Un día me pico la curiosidad y buscando en la red encontré una adaptación hecha por Televisión Española y protagonizada por Francisco Rabal y por Concha Velasco. La obra es magnífica, los diálogos exquisitos y en este caso, la interpretación es fantástica. Por este motivo me gustaría compartir aquí algunos extractos de esta obra, en mi opinión, maestra con la esperanza de que la Sociedad de Autores no me envíe una carta a lo largo de los próximos días exigiéndome la correspondiente tasa. En cualquier caso me arriesgo porque creo que la cultura y la belleza han de ser compartidas y conocidas por todos. Como son varios los extractos que merecen la pena publicaré varias entradas al respecto. 

Como sabréis, y sino ya os lo cuento yo, Don Juan Tenorio es un tarambana, sinvergüenza y descreído que se dedica a robar la virtud a las jóvenes y a dilapidar su fortuna en apuestas. Un día Don Juan y su amigo Luis Mejía se dan cita en una taberna para ver quién ha provocado más estragos y se ha metido en más líos a lo largo de un año. Obviamente Don Juan gana esta apuesta por lo que Mejía le propone un último trato: para ganar la apuesta Don Juan deberá conquistar a una monja. Como esto le parece poco a Tenorio este sube la apuesta comprometiéndose a hacerse también con la prometida de Mejía. Doña Inés, la joven con la que estaba destinado a casarse se encuentra recluida en un convento de clausura a la espera del enlace. Sin embargo su padre, tras escuchar y ser testigo de las malas artes de Don Juan decide romper su compromiso. Ante esta afrenta Don Juan decide vengarse y hacer de Doña Inés el objeto de su apuesta. Para conseguir su objetivo decide sobornar a la ama de Doña Inés, Brígida, que, todo hay que decirlo, es una mala pécora, para que predisponga a la joven para el cortejo. Cuando Brígida se reune con Don Juan para darle el parte acerca de sus tejemanejes éste se sorprende, tras oír sus palabras, enamorado de Inés. Este es el dialogo entre los dos.


BRÍGIDA.  Figuraos
si habré metido mal caos
en su cabeza, don Juan.
La hablé del amor, del mundo,
de la corte y los placeres,
de cuánto con las mujeres
erais pródigo y galán.
La dije que erais el hombre
por su padre destinado
para suyo: os he pintado
muerto por ella de amor,
desesperado por ella
y por ella perseguido,
y por ella decidido
a perder vida y honor.
En fin, mis dulces palabras,
al posarse en sus oídos,
sus deseos mal dormidos
arrastraron de sí en pos;
y allá dentro de su pecho
han inflamado una llama
de fuerza tal, que ya os ama
y no piensa más que en vos.

JUAN. Tan incentiva pintura
los sentidos me enajena,
y el alma ardiente me llena
de su insensata pasión.
Empezó por una apuesta,
siguió por un devaneo,
engendró luego un deseo,
y hoy me quema el corazón.
Poco es el centro de un claustro,
¡al mismo infierno bajara,
y a estocadas la arrancara
de los brazos de Satán!
¡Oh! Hermosa flor, cuyo cáliz
al rocío aún no se ha abierto,
a trasplantarte va al huerto
de sus amores don Juan.
¿Brígida?

BRÍGIDA.  Os estoy oyendo,
y me hacéis perder el tino:
yo os creía un libertino
sin alma y sin corazón.

JUAN. ¿Eso extrañas? ¿No está claro
que en un objeto tan noble
hay que interesarse doble
que en otros?

BRÍGIDA.  Tenéis razón.


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