domingo, 28 de diciembre de 2014

Las lágrimas de San Lorenzo


Cierto es que por tu vida han podido pasar personas muy buenas que te podrían haber querido o que te han querido de verdad pero, por desgracia, uno no elige de quien se enamora. Pasa sin más y tú lo sabes. Lo has vivido. Una vez o incluso varias. ¿Salió mal? Sí. Pero lo experimentaste. El amor no es igual que las matématicas. Si fuese tan sencillo el mundo estaría hecho de arcoiris y gominolas. A veces se puede querer muchísimo y que no funcione y eso no quiere decir que no podamos amar o que no seamos aptos para ello. Eso simplemente quiere decir que necesitabamos vivir ese fracaso para poder acceder a otras cosas o ser de una determinada forma. Preparándonos para lo que ha de venir. 

Lo importante no es tener a alguien que te quiera. Lo verdaderamente satisfactorio es tener a alguien a quien dar tu tiempo, con quien compartir tus preocupaciones, tus alegrias, tus secretos, tus ilusiones y que esa persona esté dispuesta a aceptarlas y a vivirlas contigo. Alguien con quien te puedas mostrar débil sin temor a que intente dominarte o juzgarte. 

Enamorarse no es un proceso lógico. Me da la sensación de que tienes la absurda creencia de que te pasó una vez y de que no te va a volver a pasar jamás. Créeme, todos lo pensamos cuando pasamos por un desengaño. "No me va a volver a querer nadie." Siento decírtelo pero esto es más viejo que el sol y no se limita sólo a tí. Todos nos enamoramos y somos objeto de amor. Los locos, los cuerdos, los listos, los tontos, los guapos y los feos. Dalí era uno loco furioso y encontró a Gala. Hitler a Eva Brown. Y podría seguir hasta el infinito. La cuestión es que hay que exponerse. Presentarse con la camisa abierta, a pecho descubierto y decir "Estoy listo. Dame tu mejor golpe." No es ser un estúpido. No es ser masoquista. Esto no es como cuando nuestros antepasados probaban plantas, se envenenaban y entonces aprendían que no tenían que comer esas plantas. Y siguiendo con el símil gastronómico, si comes una gamba en mal estado no puedes negarte a comer para el resto de tu vida. Porque por muy absurdo que parezca el amor es igual de necesario que alimentarse o respirar. Si no nos amase nadie la vida no merecería la pena. 

El problema es que pretendes tener todo eso sin exponerte a que te hagan daño y, amigo mío, eso es imposible. No existe el amor aséptico. Y si buscas eso jamás vas a ser feliz. Hay que perder el control y dejarse llevar. No se puede controlar todo lo que pasa siempre. Y después de todo esto me dirás "No hay nadie para mí. Estoy condenado a la soledad." No es verdad. ¿Realmente crees que en un mundo tan grande no hay alguien a quien le pase lo mismo que a tí, que te pueda amar, entenderte, compartir la vida que quieres llevar? Me cuesta creer que puedas llegar a ser tan ególatra como para pensar eso.

Sé que estás cansado y que lo que has visto hasta ahora no ayuda a que puedas creer lo que te digo pero la gente se enamora a diario. Todo llega. Tarde o temprano pero llega. Es cuestión de ser paciente. Si pasó una vez ¿por qué no iba a volver a pasar? Es una cuestión de encontrar a la persona que nos haga perder ese miedo. Ya te pasó con alguien. Con esa persona el compromiso e ir más allá no te daba miedo. Hay mucha gente como ella por ahí suelta. Y no me refiero a copias exactas. Que se les asemejen en físico o carácter. Me refiero a interruptores que pueden hacer que en tí se encienda de nuevo esa luz que crees que ya no puedes albergar. El amor correspondido es un milagro. Se da pocas veces, pero al igual que las estrellas fugaces, existen aunque no las veamos siempre que miramos al cielo. Por eso no desesperes. Todos los años hay un San Lorenzo.

Paloma de Grandes V.

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