viernes, 19 de diciembre de 2014

Oda a mi hermano





A ti todo te lo debo alma mía
Pues aunque nunca lo dijese,
Aunque solo lo pensase,
Fuiste el amor de mi vida.
 
Tú has sido la lámpara
Que iluminaba el camino.
Como la luna en la noche,
Como el sol de mi estío.
 
Y ahora que tú me faltas
Me siento perdida y extraviada
Como todos aquellos pendientes
Que perdí en mi tierna infancia.
 
Y por mucho que yo quisiera
que aquí conmigo estuvieras
Y aunque a veces no comprenda
el por qué de tu existencia,
 
Espero que la marcha fúnebre
que fue en la tierra tu presencia
Tenga una explicación
aunque esta escape a mi consciencia.
 
Papá y mamá te llevaron a hombros
Cuán jornaleros al Redentor
Mientras nosotros en silencio
les seguimos en procesión.
 
Pues de todos es sabido
Y así cantaba el trovador:
"Los reyes necesitan un séquito
Y los vasallos, un señor."
 
Y como a un rey
te honramos y enterramos
Con oleos y paños nuevos
Con la esperanza de ver de nuevo
Esos tus ojos serenos,
 
Que lejos de albergar reproche
o estar llenos de amargo pesar
Estuvieron cargados siempre
de una alegría y amor sin par.
 
Incluso cuando las batas y el estetoscopio
A muerte te condenaban
Incluso cuando almas sin escrúpulos
como billete de ida sin vuelta te usaban
 
Tú siempre fuiste comprensivo y generoso
Sabiendo perdonar y disculpar
A nosotros pobres mortales
A quien las pasiones suelen dominar.
 
Esa tarde perdimos a un hijo
Porque todos fuimos tus padres
Pero a un padre también perdimos,
pues todos tus hijos fuimos.
 
Más que nadie nos admiré,
ni nos tenga compasión
Pues pocas cosas en la vida
provocan tanta emoción
 
Como saberse bendecido,
aunque poco tiempo fuera,
Con la presencia pasajera
de un ángel en el salón.
 
Bendito seas mi niño
Mi vida, mi corazón.
A tu hermana que te venera
Se le hace eterna la espera
Para veros a ti
y al Creador.

Paloma de Grandes V.

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